Creo que uno de los errores que cometo constantemente es no pararme a pensar y valorar bien las experiencias vitales por las que voy pasando. Los aciertos, los errores, los éxitos, los fracasos, las frustraciones, las alegrías, los dramas, etc. Y no me refiero a revivir estas experiencias, sino a pensar bien por qué han pasado, qué hecho bien o mal, qué me aportan, si me compensan o no...vamos, lo que se viene conociendo como APRENDER.
A mi me parece a veces que no aprendo, porque en cuanto algo sucede, intento no darle mas importancia ( sobre todo cuanto más importancia tiene ), y seguir adelante evitando volver a pensar en ello mucho.
No tengo ni idea de por qué hago esto, pero lo hago desde que tengo uso de razón. Es como que no me permito a mi misma aprender e ir integrando cosas.
Este verano por ejemplo, pasé por una experiencia que llevaba deseando vivir con todas mis fuerzas desde siempre. Seguramente haya sido uno de los eventos más importantes de mi vida. E hice lo mismo que hago siempre, le dediqué un rato y seguí adelante. Intentando sacarlo de mi cabeza cada vez que viene, que es muy a menudo.
Me observo penalizarme y reñirme cada vez que vuelvo a ello sin hacer nada al respecto. No es que esté muy de acuerdo, pero tampoco sabría qué otra cosa hacer la verdad.
Y hay cosas que conviene masticarlas bien antes de tragarlas, porque sino hacen bola. He aquí una, sin ir más lejos.
Intento ser comprensiva conmigo, amable. Pero se me da regular la verdad.
Antes pensaba que era quizá demasiado dura conmigo misma. Pero empiezo a pensar que lo que soy es boba.
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