No soy muy de aferrarme a cosas, pero sí a personas.
Dejar ir a alguien a quien he querido o quiero mucho se me hace imposible. Se va mucho de mi.
Mis esperanzas, mis planes, mis deseos, mi futuro, mi amor. Y perder en ese sentido lo llevo muy mal.
Lo peor es que quedarte agarrado a alguien a veces supone que no puedes dar la mano a las personas que van llegando nuevas.
Porque la vida es así te pongas como te pongas. No se para por ti ni por nadie.
Y yo quiero dar la mano a gente nueva, pero no tengo las tengo libres.
Y solo miro, y dudo, a veces me lamento, otras me refuerzo en mi decisión. Depende de mis hormonas o de las horas que haya dormido. O del miedo que tenga.
Porque soy una cobarde coward. Ante alguien que me haga sentir con intensidad me acojono y me hago la loca. La orbito, la medio experiencio, la toco y quito el dedo, la miro de reojo, me acerco y me alejo.
Pero no me decido. Me da miedo soltar. Me da miedo sufrir. Me da miedo que sea mejor.
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