FRÍO Y ESTRELLAS

Wen // jueves, 11 de agosto de 2016


Uno de los recuerdos más chulos que tengo de cuando era pequeña es ir en esta época del año a ver la lluvia de estrellas.
Cogíamos mantas, sacos, sudaderas, termos con café y cola cao y unas galletas de chocolate y nos íbamos a mitad del campo, bien alto, a ver las estrellas.
A veces salíamos después de media noche y cuando éramos más pequeños, mi hermano y yo, nos íbamos a dormir pronto y luego nos despertaban.
Al principio íbamos mi madre, mi padre, mi hermano y yo, pero al ir creciendo empezamos a ir con algún amigo y sus familias también. Dos o tres coches rumbo a Cabeza Lijar o algún sitio parecido perdido de la mano de dios.
Llegábamos, dejábamos los coches y, a la luz de las linternas, extendíamos las mantas y sacos en el suelo. Nos sentábamos o tumbábamos, hablábamos, mirábamos al cielo, nos tomábamos un cola cao calentito...y así las horas que aguantásemos.
Los que no aguantaban más se dormían o si tenían mucho frío se refugiaban un rato en el coche. El resto seguía rastreando estrellas fugaces a las que susurrar sus deseos.
Y esto era, la lluvia  de estrellas, una de las pocas tradiciones familiares que he tenido de niña, pero una muy, muy guay.
De adulta he repetido con amigos, con mi propia familia, incluso con las dos juntas, pero no es como antes... ni por asomo.
Estas salidas son, con diferencia, uno de mis mejores recuerdos de la infancia, puede que por eso ya no esté muy interesada en verlas... en parte quiero preservar esos recuerdos intactos.
Aunque cada año por estas fechas me acuerdo de esos momentos tan  tiernos y preciados para mi, del frío y las estrellas.



0 comentarios